1 Haz una lista de tareas
Lo primero que debes hacer para
aplicar esta técnica es tener claro cuáles son las tareas que necesitas, debes
o quieres llevar a cabo. Haz un listado con todas esas tareas en el orden en
que se te vayan ocurriendo.
2 Aplica el criterio ABC
Ahora escribe, junto a cada una
de las tareas, la letra A, la letra B o la letra C en función de su
importancia.
La letra A es
para las tareas muy importantes. Son tan relevantes que debes realizarlas a
conciencia para tener buenos resultados.
La letra B es
para las tareas importantes. Debes realizarlas, aunque no tiene por qué ser
ahora ni tampoco tienes por qué ser necesariamente tú. Podrías delegarlas.
La letra C es
para las tareas poco importantes. Su relevancia es baja y a menudo, si nos las
realizas, tampoco producen unas consecuencias demasiado apreciables. Son las
tareas que puedes delegar, aplazar, realizar de modo rápido aunque la calidad
no sea la mejor o, directamente, puedes eliminarlas de tu lista.
3 Distribuye las tareas en
cajones
Ahora estás en condiciones de
ordenar las tareas en 3 cajones. Puedes dibujar una tabla con un espacio para
las tareas muy importantes, otro para las tareas importantes y, finalmente, un
último espacio para las poco importantes.
Incluye en cada uno de esos
espacios las correspondientes tareas y empieza a afrontarlas, una a una, como
si esos espacios fuesen cajones de un armario. Abre el primer cajón y empieza a
realizar las tareas que hay en él. No abras el segundo cajón hasta que el
primero no esté totalmente vacío. Y al final, si te sobra tiempo, encárgate del
tercer cajón.
Como te dije, es una técnica muy
sencilla y con una lógica muy simple también.
Pero si la llevas a cabo, verás
que es mucho menos probable que te veas perdiendo el tiempo en tareas
insignificantes cuando las verdaderamente importantes están ahí, sin hacer.
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