miércoles, 22 de junio de 2016

Desarrollo Personal


Podemos definir el desarrollo personal como un proceso mediante el cual las personas intentamos llegar a acrecentar todas nuestras potencialidades o fortalezas y alcanzar nuestros objetivos, deseos, inquietudes, anhelos, etc., movidos por un interés de superación, así como por la necesidad de dar un sentido a la vida. Conseguir desarrollarnos plenamente en todos y cada uno de los aspectos de la vida (familiar, social, laboral, íntimo, personal, etc.) es muy difícil y poco probable que lo alcancemos. Por ejemplo, probablemente a la mayoría de las personas nos gustaría ser más atractivos o más inteligentes, hablar varios idiomas, tocar con maestría varios instrumentos, viajar más a menudo, conocer todo el mundo, tener más éxito, alcanzar más objetivos, cometer menos errores, no enfermar nunca, ser más correspondidos, etc. Sin embargo, la mayoría de las personas podemos sentirnos muy satisfechos con mucho menos, pues afortunadamente el bienestar para nuestro desarrollo personal no depende directamente de cuántas cosas tenemos o hemos conseguido, sino que depende de nuestra percepción, así como de los objetivos que nos propongamos. Por esta razón podemos ser felices aunque no seamos ricos, aunque tengamos vidas anónimas, mediocres, suframos desengaños, se frustren nuestros sueños o no alcancemos todo lo que deseamos. Pero, también por esta misma razón, podemos deprimirnos o sentirnos muy desanimados aunque objetivamente tengamos muchas cosas en las áreas más importantes de la vida (salud, dinero, trabajo, estudios, reconocimiento, familia, amor, apoyo social, aficiones, etc.). Por fortuna, desarrollarnos satisfactoriamente en solo una o varias facetas que consideramos importantes suele ser suficiente para sentirnos bien. Por ejemplo, algunas personas pueden ser enormemente felices viendo crecer saludablemente a sus hijos, otras necesitan realizarse profesionalmente, otras necesitan cubrir ciertas carencias que pudieron sufrir en la infancia, como formación académica, afecto o escasez de recursos económicos, etc. Otras pueden ser muy felices valorando muy positivamente todo lo que poseen (buena salud, un trabajo estable, buenos amigos, etc.), en consonancia con los estándares y necesidades de su grupo social de referencia. Se ha hecho muy famosa la pirámide motivacional de Maslow que jerarquizó los principales tipos de motivos para el ser humano occidental de mediados del siglo XX, desde los más básicos y fisiológicos, pasando por los de seguridad, afecto y estima, hasta los de autorrealización. De acuerdo con este psicólogo norteamericano de la motivación, en la base de la pirámide se encuentran los motivos fisiológicos que incluyen las necesidades vitales para mantener la salud como respirar, alimentarse, beber, dormir, sexo, etc. y están reguladas por sistemas biológicos innatos o que maduran con la edad. Las necesidades de seguridad y protección suponen el segundo nivel, son también esenciales para la supervivencia, especialmente durante la infancia, están influidas por la actividad de algunas hormonas como la oxitocina y las proporcionan los adultos a los bebés, a los niños y a los jóvenes a través de la organización social familiar. Los motivos de afiliación y afecto marcan nuestro desarrollo psicoemocional a través de la creación de vínculos afectivos con las personas más importantes de nuestra vida a las que nos sentimos apegados. Las necesidades de estima tienen que ver con la valoración, el respeto y los sentimientos que generan nuestros logros alcanzados, tanto para los demás (reconocimiento social) como para nosotros mismos (confianza). Y, por último, la necesidad de autorrealización sirve para dar sentido a nuestra vida, por lo que exige que las anteriores estén cubiertas aunque sólo sea parcialmente, y se desarrolla a través del crecimiento personal. Quizás las necesidades humanas no están tan jerarquizadas como pretendía este autor, sino más sometidas a la subjetividad individual, que confiere más importancia a unas motivaciones y necesidades que a otras. De manera que la necesidad de autorrealización puede ser entendida de muchas formas y podemos encontrar grandes diferencias en el grado de importancia que le concede cada individuo. También influye el grupo social y la época en la que estamos viviendo.


 ¿De qué depende el desarrollo personal?

Sentirnos desarrollados depende en cada grupo social y época de muchos factores, pero muy especialmente de nuestras características individuales, como nuestra personalidad, muy ligada a nuestra biología, así como de las circunstancias ambientales que rodean nuestra vida, incluso desde la infancia. Cada persona somos diferente a los demás y esas diferencias se explican por una serie de rasgos esenciales de personalidad, como la Extraversión. Los extravertidos son personas sociables, amantes de las fiestas, tienen muchos amigos, necesitan gente con la que hablar, no les gusta estudiar solos, tienden a ser amantes de la aventura y el riesgo, pueden tener carácter impulsivo, les gustan las bromas, la variación o el cambio, son despreocupados y pueden ser agresivos. Por todo ello, en general, la extraversión está relacionada positivamente con el bienestar; además, el desarrollo personal en personas extravertidas está más ligado a objetivos y valores relacionados con la actividad social. Algunos otros factores básicos de personalidad pueden favorecer una mayor necesidad de desarrollo personal, como la Apertura a la Experiencia, que refleja el mantenimiento de valores e ideas no convencionales, la amplitud de intereses, la búsqueda de enriquecimiento a través de la experiencia y la flexibilidad como opuesto a rigidez. También el Tesón o Responsabilidad, un factor de personalidad que incluye la tendencia a la organización y la eficiencia, así como la necesidad de logro, el sentido del deber o la autodisciplina. Igualmente la Afabilidad o Amabilidad, que supone la capacidad de ser compasivo y confiado, incluyendo la confianza, el altruismo, o la sensibilidad a los demás. A su vez Afabilidad y Tesón también parecen contribuir a explicar positivamente la satisfacción vital, bien porque faciliten el establecimiento de redes de apoyo, o porque promuevan la puesta en marcha de conductas positivas para la consecución de las metas. Ambos rasgos de personalidad se asocian positivamente con la puesta en marcha de conductas saludables que favorecen el bienestar. Por el contrario el Neuroticismo está asociado con emociones y conductas negativas para la salud que dificultarían el desarrollo personal y el bienestar. Además de la personalidad existen otras características individuales que pueden ser también importantes para nuestro desarrollo personal como poseer un gran talento para desarrollar con maestría una actividad destacada. Por ejemplo, en occidente todos conocemos biografías de personas que siendo poseedoras de un gran talento pudieron iniciar su carrera profesional a muy corta edad. No solo gracias a su innegable capacidad sino también a las condiciones ambientales que se dieron en su entorno (ayuda recibida, aprendizaje por imitación de modelos, influencias, posibilidades, etc.). Recordemos por ejemplo, la entrañable película “Billy Elliot”. Seguramente Billy, el niño protagonista, no habría podido desarrollar su capacidad innata para bailar y llegar a ser un gran bailarín, de no haber sido por el apoyo de su familia, su profesora, e incluso que se diera la circunstancia de que se impartieran clases de ballet en el gimnasio que él frecuentaba. Pero sin centrarnos en ejemplos tan notorios de relación entre desarrollo personal y características personales, es evidente que cada persona posee una forma única de entender su crecimiento y realización personal. Por ejemplo, algunas personas tienen una necesidad innata de aprender, superarse, mejorar, avanzar. Otras necesitan descubrir, conocer, saber, experimentar. Otras en cambio se sienten mucho mejor llevando una vida con poca incertidumbre, más apacible, segura y tranquila. Gran parte de estas diferencias se deben también a la influencia que pueden ejercer sobre nosotros el entorno, la cultura, el sistema social, las modas, los prejuicios, las creencias, etc.

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